sábado, 21 de marzo de 2009

¿REALIDADES VIRTUALES?

¿Es posible que dos o más personas puedan vivir a la vez realidades distintas mientras ocupan un mismo espacio físico?

Si. Incluso podrían no compartir las mismas experiencias a pesar de estar una junto a la otra.

¿Cómo es esto? Complejo, pero no imposible. Siguiendo lo planteado en el artículo Ciencia y Doctrina del Evangelio, abrigo la idea de que la realidad es el resultado sinérgico de la actividad mental inteligente actuando en un nivel básico que podríamos llamar “cuántico”. Cada mente -inteligencia- crea su propia realidad y la comparte con otras en una red “neuronal” -¿el Campo Morfogenético sobre el que teoriza Sheldrake?- cuyos nodos están ocupados por cada uno de los que participan de la experiencia. Es el entrecruzamiento de información compartida lo que permite percibir al otro como parte de nuestra vivencia.

Una consecuencia de esto es que, por ejemplo, la esquizofrenia podría ser una especie de autismo parcial, ya que parte de la creación estaría en un territorio de información no compartida, aunque no por ello menos real para quien la vive.

Como inteligencias tendríamos la capacidad de manejar las energías del “pensamiento” con las cuales creamos “nuestra realidad tangible”. Esta capacidad permitiría que estructuremos paquetes de energía y los “trasmutemos” en elementos “materiales” a nuestros sentidos.

De aquí, que eso es lo que puede haber sucedido al comienzo de la formación de nuestro universo. Se elaboraron pensamientos, explicitados en sonidos -palabras-, con cuya energía se dio estructura tangible a los elementos químicos que conforman la materia, que no es más que “una nube de espacio casi vacío”, aunque paradoja mediante la podamos “modelar y transformar”, si aceptamos la teoría atómica de la constitución de la materia, básicamente como paquetes de átomos de elementos químicos reunidos en moléculas, cuya suma forma los cuerpos materiales.

Otra consecuencia de esta idea, en relación al Campo Morfogenético por Especie, es que explica que personas pueden tener “recuerdos de vidas anteriores”, sin que eso signifique la existencia de la reencarnación, o transmigración de las almas. En realidad no hay tal cosa. Cualquier persona, bajo determinadas circunstancias podría traer a su conciencia hechos vividos por otros en diversos tiempos, y ser interpretados como una vivencia personal de “vidas anteriores”. Al respecto las escrituras son muy claras. No hay ninguna que avale la reencarnación, sino la resurrección, que son dos cosas muy distintas.

La Intensionalidad

Otra consecuencia de lo expuesto es la importancia que toma, entonces, el poder de la intensión. Al obrar con intensión se actúa sobre el campo “cuántico” y el efecto final es visible solo cuando los cambios producidos por esa acción llegan de los niveles bajos a los niveles superiores en los que se manifiesta la realidad perceptible a nuestros sentidos.

Este proceso es muy similar a lo que sucede en el mundo de la programación donde existen lenguajes de alto y bajo nivel. Los comandos ejecutados en un teclado mediante un programa son interpretados por un lenguaje “ensamblador” que los traduce a lenguaje de máquina. Lo que vemos finalmente en la pantalla es el resultado de la acción inversa, mediante la energía.

Volviendo al tema, la más eficaz forma de manifestar el poder de la intensión es la oración, pues cuando es sincera y veraz es pura intensionalidad. Al hacerlo así, proyectamos al campo “cuántico” energía que lo “modula”, generando así acciones a futuro sobre nosotros o sobre aquellos, o aquello, hacia quienes proyectamos nuestra intensión. Cuanto mayor es el valor de la proyección, más intensamente actúa sobre las oposiciones, minimizando el efecto negativo respecto de nuestra acción o deseo, convirtiéndola en una herramienta de valor inestimable.